Los Escitas
Los escitas son un pueblo de origen iranio, es decir, de la Meseta de Irán, en el actual país homónimo.
Están emparentados con los sármatas por el Occidente, y con los turcos e indoescitas por el Oriente.
Estos pueblos de origen común compartieron el dominio de grandes extensiones de territorio en Medio Oriente, Europa y Asia.
Su modo de vida, esencialmente nómada, ha hecho que la historia (especialmente la griega y la romana) los retratara como incivilizados y barbáricos.

Lo cierto es que, más allá de consideraciones de algún viejo griego, los escitas tuvieron una notable influencia en otras culturas e imperios posteriores.
Sus técnicas de arquería a caballo, sus armaduras y la efectividad de las hachas y espadas para el cuerpo a cuerpo, dejaron una impronta notable a todos aquellos rivales que combatieron.

Los escitas y el cáñamo
No solo sabían utilizar sus arcos, pequeños y mortíferos, para diezmar al enemigo.
También habían advertido que una olorosa planta, silvestre en su entorno mongol y subsiberiano, era muy duradera para elaborar textiles.
También podía embriagar la mente, curar dolencias y estimular el apetito.
Dicha planta fue nombrada por los griegos como “κάνναβις”, pronunciada kánnabis.
Según Heródoto, los escitas colocaban hachís o cogollos encima de una piedra ardiente, para luego inhalar sus vapores y entregarse a la danza y el canto, del mismo modo que los atenienses se embriagaban con el vino.
En ese tiempo histórico, los psicoactivos estaban ligados a la experiencia espiritual.
Por lo que se especula que se le daba especial importancia al cáñamo en los ritos funerarios y religiosos de toda índole.
Los escitas, en sus intercambios, conquistas y viajes, hicieron florecer al cáñamo en toda Asia, Medio Oriente y Europa, desde donde se extendió a África y mucho después a América.
Siguiendo el legado de los chinos, el pueblo escita tenía años utilizándolo en sus ropas, medicinas y ceremonias.
Gracias a ellos, el cáñamo alcanzó pueblos tan distantes como los tracios, quienes se volvieron asiduos a la yerba, reemplazando el lino en sus telas y dándole cabida en sus ritos mágicos.
Aún hoy en día, por toda Europa están diseminados los ecos de la celebración y el enaltecimiento de esta planta.
Desde España hasta Ucrania, pasando por Alemania y todo Medio Oriente, es posible encontrar alguna pista del legado cannábico escita.
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