El Cannabis en China

El 2 de diciembre de 2020, China votó en contra de la remoción del cannabis de la lista de drogas peligrosas con escaso valor terapéutico.

Una postura que se enmarca con la rusa, húngara y brasileña, resumida en que se estaría enviando una imagen alentadora del consumo de cannabis, habiendo sido legalizada en Canadá y México, aun con la violación de acuerdos internacionales que conlleva.  

La postura del gigante asiático hay que tratarla con guantes de seda, pues es frágil no, lo siguiente. China es uno de los principales productores de cáñamo industrial y medicinal, rico en CBD.

Paradójicamente, la venta y distribución del cannabis en China está prohibida. Sumando otro nivel de incongruencia, existen restos arqueológicos de esta planta desde al menos 6000 años.

Es, en efecto, de los registros más antiguos del uso de la marihuana.  

El ma, nombre histórico que se le da al cannabis en China, traduce algo como “gran fibra”.

Dicha acepción se debe a que el uso más extendido para esta planta fue la fabricación de telas, cuerdas y papel.

El primer papel del mundo fue chino y a base de fibras de cáñamo. Este textil era mucho más barato que la seda, por lo que alcanzó grandes capas de población campesina. 

Desde tiempos remotos diferenciaron el macho hsi de la hembra chu.

Al ser una planta con ambos sexos, los chinos la consideraban el balance perfecto de yin y yang, gracias a ello fue ascendida a la categoría de planta sagrada.

Dicha sacralización se acompaño de un extendido uso medicinal. 

El primer registro de un uso terapéutico del cannabis en China data del 2737 a.C y sigue un crecimiento exponencial.

Varios emperadores (Huang – Ti y Shen-Nung ), médicos y personajes ilustres del taoísmo (Yin Xi) promovieron el cultivo y uso del cáñamo.  

Este milenario movimiento a favor del uso del cannabis en China encontró oposición entre no pocos habitantes del momento.

Los “bárbaros” , es decir, los indochinos y todos los pueblos circundantes, también empleaban la marihuana para diversos fines, y por no adoptar “hábitos bárbaros” muchos abandonaron los beneficios de la planta.  

De todos ellos, los más apreciados por los campesinos fueron los relacionados con la cura de heridas, su potente efecto analgésico (existen incluso registros de que fue usado, junto con vino, como anestesia) y su supuesto vínculo con el mundo de los demonios.

Los curanderos de la época también lo recetaron para un amplísimo espectro de dolencias: desde el reuma hasta la “debilidad femenina”, pasando por la gota, la gripe y la tos.

Dada la enormidad de la República Popular China, no es de extrañarse que cuente entre sus territorios un lugar como Sinkiang. Su mención es obligatoria al hablar del kif.

Se afianzo como parte del Imperio durante la dinastía Qing, a finales del siglo XIX. 

Se caracteriza por su población: muy variada étnicamente (cuentan con 98 periódicos en 44 lenguas) pero integrada históricamente por musulmanes túrquicos.

Siendo así, trajeron consigo al kenevir y lo emplean en la fabricación de hachís, muy difundido entre su población. 

Si bien los esfuerzos políticos y diplomáticos apuntan a la criminalización del cannabis en China.

Es de los mayores productores de cáñamo y eso conlleva una ineludible contradicción: en la provincia de Yunnan prolifera una de las plantaciones más extensa de cannabis en todo el mundo.

También es uno de los mejores climas para plantarla.

Por sus montañas templadas y lluvias frecuentes, la maría crece silvestre al costado de los caminos. 

Esto supone un maravilloso ejemplo de la ambigua postura que debe asumir cualquiera que prohíba una planta: censurar lo que crece, la sustancia de todo lo vivo. 

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